martes, 20 de septiembre de 2011

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La identidad personal y social

Identidad (Personalidad)
Generalmente al referirse al concepto de identidad se recurre a elementos que pueden contener información suficiente para su conformación. Para ello generalmente se enumeran acciones, características propias de sí y que se consideran como determinantes del individuo.
Identidad es la respuesta al interrogante sobre quién soy, qué soy, de dónde vengo, hacia dónde voy. Pero el  concepto de identidad apunta también  a qué quiero ser.
La identidad depende del autoconocimiento: ¿quién soy, qué soy, de dónde vengo?; de la autoestima: ¿Cuánto me estimo? ¿Qué siento respecto de lo que percibo de mi (autoconcepto)? ¿Qué siento a partir del concepto social?

El permitir identificar quien soy y como soy, permite de alguna manera poder inferir y determinar los mecanismos con los cuales el individuo se desenvuelve en el medio social, en cualquiera de los ámbitos (laboral, integración, afectivo, profesional…). Cabe señalar que los límites de la individualidad están fijados siempre a partir de los terceros, como es el caso plasmado de la reglamentación y la norma jurídica. Todo está permitido siempre y cuando no afecte la integridad de terceros.
La identidad por otra parte es cambiante, dinámica, flexible, pues ella es determinada a partir de ciertos elementos esenciales en el desarrollo humano:
1.       Tiempo y espacio. La identidad es construida a partir de la ubicación espacio temporal, es decir se ubica en un contexto social completamente determinado. El momento en que se vive y los factores que determinan la realidad social influyen en la conformación de dicha identidad. Factores económicos, políticos, sociales (clase, jerarquía), étnicos, sexuales, de género, equidad....
2.       Comunicación. La construcción de lo anterior existe solo a partir del flujo de información que el medio propicia, no solo utilizando los medios de comunicación masiva, sino a partir de un elemento social de suma importancia. La existencia de complejos lingüísticos, simbólicos que permiten situar al individuo en un contexto determinado y que pueda intercambiar información de manera efectiva en ese espacio y ese tiempo, además de que dicha información, cuando es captada por el individuo, permea el constante cambio y adecuación de la identidad a las demandas sociales.
3.       Interacción social. Pero lo anterior no es sino consolidado solo dentro del intercambio directo de informaciones con agentes dinámicos (individuos). Esos otros individuos son los que en su mayor parte proporcionan la información suficiente que ayuda a la modificación y consolidación constante de la identidad, quien permea y determina en la medida posible las condiciones y la autenticidad de la identidad que el individuo se ha formado.

Con lo anterior no puede escapar al análisis que la identidad es un agente totalmente social. Independientemente de las diferencias que existen entre individuos y que otorgan en cierta medida la caracterización necesaria, debe recordarse que el hombre por sí mismo es un ser social, el cual pertenece a diferentes grupos sociales y que ellos mismos (hablando de manera social) influyen en la conformación de su propia identidad.
Ello puede verse claramente en los rasgos que evidencian la interacción y la asignación de papeles determinantes en una sociedad. El contexto determina claramente las condiciones para que una persona asuma un papel determinado dentro de la sociedad, así como de las funciones que desempeñara en ella.
Ello determinado por la claridad de la información que por medio de la interacción de individuos llegue a los receptores determinando la actuación en un tiempo y un lugar.
Por una parte el individuo se apropia de la sociedad y por otra la sociedad hace suyo al individuo apropiándose de él a partir de consolidar las características que desea exaltar de él. Los agentes socializadores para ello se dan en este orden.
1.       Familia. Primer contacto social, microsistema con características similares a las que en la sociedad se efectúan. Se consolida al individuo como entidad propiamente.

2.       Sociedad. He aquí que el individuo deja de ser solo para sí y comienza a saberse parte de otros, existe a partir de otros y necesita de otros, de la misma manera que ellos de él, para determinar sus papeles dentro de la sociedad, así como los elementos necesarios de su identidad.


En gran medida esa manera de socialización permite a la sociedad determinar las relaciones para la convivencia y la importancia que los individuos tienen en ella. Una de las mejores maneras de poder entender tal relación es a partir del conocimiento de la cultura, la cual es en su mayoría determinada o caracterizada por las costumbres o tradiciones.

jueves, 2 de junio de 2011

Justificación

La legalidad es hoy uno de los componentes más importantes en una sociedad que se jacta de decir, es democrática. La ley ostenta un valor indispensable para la regulación de la actividad humana en contextos diversos, incluso, a nivel institucional y estatal, las instancias gubernamentales se ven subordinadas, o deberían verse subordinadas a las normas ya establecidas para asegurar que se tome en cuenta el interés general y que no se ejerza el poder de forma arbitraria.

El sistema educativo mexicano, por ende no puede dejar de prescindir del conocimiento y del fomento al respeto de las leyes. Pero no solo fomentar el conocimiento de las leyes y el respeto por las normas, el Estado debe proveer a los individuos que se desarrollan en la cultura mexicana de las herramientas esenciales para conocer, respetar, aplicar, divulgar, establecer, crear, promover y construir normas que logren satisfacer sus demandas y necesidades.



Para ello es necesario que los ciudadanos se vean involucrados en las propuestas políticas y legales que rigen las relaciones humanas. Ahora, la legalidad no es un producto meramente aislado de la interacción humana.

Cuando logra considerarse al hombre como un factor actuante, también se logra reconocer que es de suma importancia para la formulación de normas que rijan el quehacer social.

La convivencia humana, que implica mucho de la interacción social, es regida por aquellas normas y reglamentos que socialmente debiesen ser concensuados. La convivencia humana, en la sociedad mexicana y todas las demás, implica conocer las normas que hacen de la convivencia algo más ameno y equilibrado, así como conocer derechos y obligaciones frente al Estado, instituciones y particulares.

La convivencia implica el reconocimiento del otro y su participación como agente actuante. Significa poder decir que no se está sólo en el cumplimiento de las funciones, reconocer que necesitamos de otros para poder desarrollarnos, para impulsar económicamente al país, para desarrollar actividades productivas, para incrementar la participación profesional, reconocer que todos necesitamos de todos.




El apego a la legalidad es uno de los principios claves en el proceso de formación de ciudadanía. La ley por sí misma y su aplicación es indispensable, más no suficiente, para garantizar una convivencia pacífica, tolerante y respetuosa. Si se quiere lograr esto último, deberá fomentarse una educación que promueva en las personas el ejercicio responsable de su libertad y el desarrollo de su autonomía moral; así como la capacidad de solidarizarse y preocuparse por el bienestar colectivo.

Se busca que los ciudadanos se apeguen voluntariamente a la legalidad y se convenzan de su utilidad para vivir junto con otras personas con necesidades y derechos similares, en una sociedad cuya diversidad es digna de respetar; asimismo, se espera que desarrollen una actitud crítica frente al desempeño de sus representantes en la vida pública y sepan emplear los mecanismos que la propia ley les otorga, para hacer los cambios que contribuyan al mejoramiento social.



Además es necesario establecer, la convivencia, implica poder reconocerse en un país multicultural, es decir, reconocer que existe diversidad cultural, social y económica. Poder establecer lineamientos entre posturas diversas quizá sea una de las pretensiones más grandes del hecho de poder conocer la legalidad y el establecimiento de normas de convivencia.